Recuperación de lesiones
- Fermín Chávez
- 27 nov 2021
- 2 Min. de lectura

En la vida diaria realizamos muchos movimientos que tal vez no somos conscientes de que los hacemos tales como agacharnos, girar nuestro cuerpo, levantar un brazo o solo mantener una posición ya sea sentado o permanecer de pie y esta bien el echo de que no pensemos en que vamos a hacer uno u otro movimiento, ya que si lo hiciéramos todo el tiempo gastaríamos una gran cantidad de energía y perderíamos fracciones de segundo que son cruciales en algunos momentos como lo es cuando esquivamos algún objeto que nos va a golpear esto lo conocemos como reflejos, pero al fin al cabo son movimientos que ya tenemos aprendidos y que no es necesario concentrarnos para poder hacerlos.
Nuestras actividades diarias funcionan muy parecidas, cuando caminamos en alguna dirección solo basta con querer llegar a algún punto para hacerlo, si deseamos bajar algo de nuestra alacena solo levantamos el brazo y lo hacemos sin pensar en que vamos a levantarlo, ¡es increíble! Cada una de estas actividades en su mayoría son movimientos que ya tenemos aprendidos y por lo tanto no perdemos tiempo en concentrarnos tanto para hacerlos.
Pero qué pasa cuando salimos de lo cotidiano, cuando lo realizamos más rápido de lo normalmente lo hacemos o tratamos de girar nuestro cuerpo más de lo que regularmente nuestra actividad nos exige.
Nuestro equilibrio muscular se va edificando de acuerdo a las necesidades que tenemos, cuando hacemos algo que rebasa ese equilibrio, inmediatamente nuestro cuerpo reaccionará limitándonos de alguna forma, tal vez primero con algunas limitaciones articulares y si esto no es suficiente algunos tejidos se dañaran y ocasionaran dolor que también nos va a limitar.
Mi trabajo como especialista en el movimiento, es evaluar la movilidad de las articulaciones y algo recurrente en este análisis que hago es que independientemente de lo que sentimos, ya sea dolor, limitación, rigidez, etc., los problemas reales son ocasionados por limitaciones en la movilidad de otra parte del cuerpo que comúnmente no nos duele, es decir la mayoría de los dolores que sentimos son el reflejo de un desequilibrio que se encuentra lejos de esa zona.
Recuperarnos de una lesión regularmente es un proceso largo y en gran parte de los casos una lesión no logra sanar completamente ya que, muchas veces seguimos sintiendo que algo no esta bien en esa zona y debemos limitar actividades para no lastimarnos otra vez, lo que he visto es que si se identifican y fortalecen los músculos correctos, esas sensaciones pueden desaparecer.
Identificar qué músculos son débiles y están retrasando nuestra recuperación es una tarea muy analítica y minuciosa ya que un problema de rodillas, por ejemplo, no siempre es ocasionado por las mismas debilidades, Cuando he tratado a personas con este tipo de dolencias, sus problemas pueden empezar en la musculatura de los pies o en la cadera o en el torso, inclusive en los músculos del cuello, así que dar una recomendación para mejorar una lesión no siempre o casi nunca funciona y en muchas personas los problemas empeoran.
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